Comunidades de la frontera, empobrecidas a pesar de sus riquezas



Por Dulce Maritza Peña

La frontera compartida por República Dominicana y Haití, con casi 400 kilómetros por donde

circulan más de 1,000 millones de dólares en intercambio comercial, alberga en ambos lados las

comunidades más empobrecidas de la isla.

En el área existen alrededor de 14 mercados fronterizos, ubicados casi todos en territorio

dominicano, sin embargo, la mayoría de los productos y bienes que allí se comercializan no son

producidos a nivel local, lo que en nada contribuye con mejorar la calidad de vida de las personas

que viven en esa demarcación territorial.

La Ley 28-01 sobre Desarrollo Fronterizo promulgada en febrero del 2001, crea la Zona Especial de

Desarrollo Fronterizo conformada por las provincias Dajabón, Elías Piña, Independencia,

Montecristi, Pedernales, Santiago Rodríguez y Bahoruco, teniendo como objetivos principales

reducir la despoblación o alta migración desde estas provincias hacia otras zonas del país y

atender la situación de pobreza y atraso de este territorio respecto al resto del país.

Esta ley de alcance regional, hace exenciones de impuestos directos e indirectos y de los aranceles

de importación a empresas nacionales o internacionales que operen en la región, , beneficios que

tenían una vigencia de 20 años a partir de que fuera promulgada, sin embargo justo a 20 años de

su promulgación y aplicación esta no ha logrado los principales objetivos que la motivaron.

Muy a pesar de la situación política haitiana y de los conflictos socioculturales y fronterizos y otras

dificultades en las relaciones bilaterales, Haití es el segundo destino principal de las exportaciones

dominicanas, con un importante crecimiento en los últimos seis años, tanto en volumen como en

monto, según la Asociación Dominicana de Exportadores (ADOEXPO).

República Dominicana es la más favorecida en el intercambio comercial transfronterizo, siendo

Haití el único país con quien mantiene una balanza comercial positiva, pues según se afirma las

exportaciones desde nuestro país hacia Haití han llegado a casi 1,000 millones de dólares,

mientras que lo que ellos nos venden no alcanzan los 100 millones.

Si bien es cierto que el comercio transfronterizo aporta mucho a la economía dominicana, no es

menos cierto que esas importantes recaudaciones no se traducen en un cambio de las condiciones

en las comunidades de frontera, donde siguen siendo deficientes y limitadas las oportunidades de

empleos, la facilidades para el emprendimiento y la productividad, además de la cantidad y calidad

en los servicios.

Todos los millones que circulan por esta frontera y los que no podemos contabilizar porque se

mueven en la clandestinidad, nos pasan de largo, de un lado a otro de la isla, enriqueciendo

siempre a poderosos empresarios y políticos de ambos países, dejando a los lugareños solo el

sudor, el hambre, el miedo y el riesgo que implica vivir en cualquier frontera.

Por otra parte, todos los estudios de organismos internacionales certifican que el fluido comercio

transfronterizo es descontrolado e irregular, marcado por problemas de ingresos perdidos,

evasión de impuestos, corrupción, componendas, tráfico ilegal y contrabando, todo a la vista de

los distintos gobiernos y autoridades de ambos países, que a pesar de las promesas no han

asumido las recomendaciones que aportan esos estudios para transformar esta realidad.




Ni decir de las constantes denuncias de conflictos por monopolización del comercio de ciertos

rubros, tráfico y trata de personas, contrabando de drogas, de armas, animales y vehículos

robados, el cobro de peaje a ciudadanos haitianos indocumentados por militares dominicanos,

sobornos a funcionarios de aduanas y de las fuerzas de seguridad y todas estas actividades ilícitas

y oscuras, aportan el ingrediente de inseguridad ciudadana que ahuyenta a inversionistas tanto

locales como de otros lugares o países.

Muy a pesar de ello, hay que destacar la presencia de instituciones, principalmente ONGs con

financiamiento internacional, que en algunos casos asumiendo el rol y superando la inversión del

Estado, han ejecutado programas y proyectos que han llevado esperanza a la gente que vive en la

frontera, que les han cambiado su actitud, les han formado y capacitado, les han habilitado con

instrumentos y herramientas de trabajo, además de ayudarles a identificar unidades productivas

donde pueden trabajar para ellos y por su país.

En distintos momentos, los gobiernos de ambos países se han reunido y han formado comisiones

bilaterales para analizar y atender temas comunes, este gobierno no ha sido la excepción y el

actual canciller dominicano Roberto Álvarez dijo que desde finales del año pasado ha sostenido

reuniones con su homólogo haitiano Claude Joseph, que han permitido llegar a acuerdos

trascendentales para el desarrollo y el beneficio de ambas naciones.

En su discurso de rendición de cuentas de hoy ante la Asamblea Nacional, el presidente

dominicano Luis Abinader anunció varias medidas que viene a atender temas críticos de la

frontera y de las relaciones binacionales, entre ellas la puesta en marcha de la protección integral

de nuestra frontera con medidas de refuerzo de seguridad que combinaran medios físicos y

tecnológicos, a través del recién creado Consejo de Seguridad y Defensa Nacional, también apoyar

la cedulación con documentos de su país, de los ciudadanos haitianos que se encuentran en

nuestro territorio.

Anunció que en una acción conjunta de ambos gobiernos y con la colaboración internacional, se

construirán hospitales de maternidad en el lado haitiano, para dar atención digna a parturientas

haitianas y evitar la saturación de los servicios de salud dominicanos.

El mandatario dominicano indicó que este año empieza el desarrollo turístico de Pedernales, con

la construcción de un aeropuerto, hoteles, planta de tratamiento de agua y energía entre otros

servicios claves para el despunte de la zona como punto turístico, medida con la que también se

espera mejorar las condiciones de vida de la población local.

La mayoría de estas medidas no son nuevas, otros gobiernos ya han anunciado medidas similares,

por lo que este gobierno que ha prometido ser diferente y que ha dicho representar el cambio,

tiene la tarea de devolver la confianza a la población de una zona que siente que le han vendido

sueños durante muchos años de historia republicana.

A pesar de estas realidades, las comunidades fronterizas tienen sus patrimonios, sus riquezas y

potenciales de desarrollo no aprovechados, pero quiero destacar y dejar al final a la reflexión, que

en nuestras fronteras viven personas, que aportan, que han construido todo un legado cultura,

que necesitan (y lo hacen cada día) reafirmar sus costumbres, sus tradiciones e identidad

diferenciadas en ambos lados de la isla; que exigen que sus autoridades asuman sus roles y




responsabilidades, que quieren vivir mejor y en paz, seguros y libres, con el sudor de su frente

ganarse el pan de cada y vivir dignamente.
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