una vil acción que no sólo enluta a ese país sino también a nuestra América; Creíamos superada esa etapa de salvajismo sin limites; desde hacia mucho tiempo no se observaba por estos lares la muerte de un presidente ejercicio de ea forma; el contexto en el que se desarrollan estos acontecimientos son varios; entre ellos la designación de un nuevo primer ministro(con las instrucciones de celebrar en tres meses elecciones y un referéndum) y la denuncia del finado presidente de que sectores ligados al sector eléctrico planeaban atentar contra su vida; lo cierto es que la vida institucional de Haití ha estado matizada por las ausencias de todo orden; donde los violentos incidentes callejeros definían un caos sin control y una autoridad carente de legitimidad para contenerla; la acrual situación es la continuación de un ambiente cargado de odio; Haití necesita ahora más más nunca de la atención de la comunidad internacional; por su sobrevivencia; por su presente; por la preservación de su propia existencia. Aún las consecuencias de este acto de barbarie aún no se han desarrollado. Nuestra República Dominicana deberá tomar medidas urgentes, delicadas e inteligentes para que esas consecuencias no se manifiestan en nuestro territorio con la crudeza que ellos dirinem sus conflictos; urgente debe proponer salidas en el marco del derecho internacional y con la intervención de sus organismos definir un plan de recuperación de ese hermano país. Por el bien de ellos y de nosotros.
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