PREFACIO
Estoy seguro de que la mayoría de los amables lectores que me honran con su atención, alguna vez en el discurrir de sus vidas han escuchado de sus progenitores, han visto en el cine o leído la genial y mundialmente conocida novela infantil «Las aventuras de Pinocho», escrita por el italiano Carlo Lorenzo Filippo Giovanni Lorenzini, mejor conocido como Carlo Collodi.
Esta novela publicada en Florencia, Italia, en el año 1883, narra la historia de un carpintero solitario y viejo llamado «Geppetto», el cual no tenía hijos y para llenar ese vacío familiar construye una marioneta de madera en forma de niño al cual llama «Pinocho». Este cobra vida a través de un hada que lo toca con su varita mágica, convirtiéndose en un niño desobediente, bien travieso y que pasa por muchas dificultades y problemas debido a su comportamiento. Pero, una de las características que lo hizo más conocido y famoso, es que era muy mentiroso y por cada mentira que decía la nariz le crecía de manera exagerada.
Ahora bien, lo que Carlo Collodi nunca se imaginó es que, un siglo después de escribir su novela, llegó a la ciudad de New York. proveniente de una isla enclavada en el Mar Caribe llamada República Dominicana, un Pinocho real y marxista que al igual que millones de latinos, vino a cobijarse bajo el árbol frondoso de la libertad, de la democracia y del progreso llamado los Estados Unidos. Ese Pinocho ingrato, pedante, fariseo, arrogante, altanero, fabulador, arribista y oportunista, corresponde al nombre de Miguel Espaillat Grullón.
La razón por la cual sostengo estos criterios sobre este carcamán comunista, no se sintetiza en mis diferencias políticas e ideológicas que son insalvables, sino que se han profundizado aún más, ante sus escritos aberrantes, inhumanos, insensibles y abominables de frente a la invasión criminal, sin sentido y violatoria a la soberanía de un Estado como lo es Ucrania por parte de Rusia, bajo la égida de un genocida, criminal de guerra y envenenador por excelencia como lo es Vladimir Vladimirovich Putin Putina.
Nada justifica ni se puede cobijar bajo ningún criterio ideológico o simpatías políticas, apoyar, aupar, justificar y no condenar una masacre como la que está haciendo Rusia en contra de la población civil ucraniana, matando a niños, mujeres, ancianos y bombardear hospitales, escuelas, edificios residenciales y corredores humanos que huyen de la confrontación. La lucha se supone que es contra las fuerzas armadas de Ucrania, no contra su población civil que es presa de la contienda. Eso demuestra que Vladimir Putin y Rusia se sienten frustrados ante la resistencia heroica y patriótica de los soldados de Volodymyr Zelenskyy.
Los antivalores de los marxistas
Puedo afirmar, sin temor a equivocarme y basado en la realidad histórica, que los comunistas son en esencia unos mentirosos, ladrones, que odian el éxito de los demás, destruyen todo lo que tocan, son envidiosos, corruptos y manipuladores. Sin lugar a dudas, excelentes alumnos del ideario político de Paul Joseph Goebbels, quien fuera ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich.
Este político muy cercano a Adolfo Hitler Polz, decía que: «Hay que hacer creer al pueblo que el hambre, la sed, la escasez y las enfermedades son culpas de nuestros opositores y hacer que nuestros simpatizantes se lo repitan en todo momento» (cierro cita). Eso es justamente lo que hace el fariseo de Miguel Espaillat Grullón cada semana, cuando sale en defensa de tiranías como la de Cuba, Venezuela y Nicaragua, justificando sus desmanes y culpando a otros y, en especial, a los Estados Unidos de las crisis sociales y económicas que ellos crean. Ahora, ha salido de nuevo en su papel de apologista de la barbarie que comete Rusia en contra de la población civil de Ucrania. Esa es su labor como buen marxista que es.
Este mismo impostor de la palabra escrita, es el que en sus peroratas sabatinas se nos presenta como un «verdadero cristiano» exponiendo y citando versículos de La Biblia, en su papel táctico de falso creyente. El mismo que nos hace referencia a la persecución de Pablo de Tarso (Saulo) hacia los cristianos cuando este era un soldado romano y que luego, concluye de manera cínica con un llamado a la «paz y a la concordia» entre los seres humanos, invocando para ello la oda poética de Friedrich von Schiller, que fue adaptada por Ludwing van Beethoven en lo que se conoce como el «Himno de la alegría». Un genial fariseo e hipócrita.
Pero, en el subconsciente político, es el mismo que llamó «eminencia» al genocida Vladimir Putin, que hoy masacra con misiles a la población civil de Ucrania; es el escritor que apoya la dictadura cruel y perversa de los Castro en Cuba; es el que respalda sin titubeos la dictadura chavista en la patria de Simón Bolívar y hace mutis con soberbio descaro ante los desmanes de la dictadura sandinista de José Daniel Ortega Saavedra y la esotérica perversa Rosario María Murillo Zambrana de Ortega. Obviamente, dándonos una muestra palpable de su papel de doble cara y revestido de un cinismo sin parangón.
Pinceladas mentirosas del Pinocho de New York
En un artículo escrito por Miguel Espaillat Grullón, titulado: «Raíces y culpables de la Guerra en Ucrania (1 de 2)» y publicado en ALMOMENTO.NET el pasado sábado 13 y 19 de marzo, respectivamente, es su labor de zapa y de fabulador de la historia y los hechos recientes en torno a la invasión rusa a Ucrania, este Pinocho marxista utiliza una serie de argumentos baladíes y rebuscados, con el objetivo de justificar una atrocidad como la cometida por Vladimir Putin en contra del pueblo ucraniano, que le ha generado el repudio mundial como ninguna otra invasión hasta ahora conocida, conllevando a Rusia a ser una nación paria. (Ver artículo): https://almomento.
Miguel Espaillat Grullón. En mi reciente exposición sobre este genocidio titulado: «Ucrania: el Hitler ruso y sus mentiras de guerra», publicado en este diario y en otros que se hicieron eco, escribí mis puntos de vista sobre los orígenes del conflicto basado en la historia de estas dos naciones y no voy a repetir los mismos. En esta ocasión, demostraré las pinceladas de falacias en las que siempre se sustenta este talibán de la palabra escrita, que nunca ha podido explicar con cierta coherencia, cómo lleva cuatro décadas nutriéndose de los beneficios sociales, políticos y económicos de una nación que él odia y desprecia, siendo ella fruto del capitalismo y el neoliberalismo que él se afana en que sean abolidos y sustituidos por el socialismo, que nunca ha sufrido en carne propia como lo padecen los cubanos, norcoreanos y venezolanos. Veamos…
En el primer artículo, el Pinocho del Bronx hace un relato cronológico basado en Wikipedia como fuente, de los organismos y procesos políticos que fueron básicos del proceso que fue la Guerra Fría, a fin de tener una idea -según él- de las raíces del conflicto que desembocó en la grosera invasión a Ucrania por parte de Rusia. Se inicia detallando la Guerra Fría, el origen y la razón de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), continúa con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), llega al Pacto de Varsovia, sigue con la caída del Muro de Berlín, el Consejo Permanente Conjunto (CPC) y la Ampliación de la OTAN (1999-2004).
Hasta aquí y de manera sistemática, Miguel Espaillat induce al lector en ese recorrido a familiarizarse con estos organismos y procesos políticos internacionales que conocemos, para llegar al punto álgido que le interesa y persuadir a los amables lectores en lo que él plantea con una tesis bien rocambolesca.
Observando lo que él ha tratado, debo indicar que los argumentos de los párrafos: Pacto de Varsovia, 1999-2004, fecha en que la OTAN «rompe las promesas…» el levantamiento de Maidán y el «protocolo de Minsk», son cuestionables e inaceptables por estar divorciados con la realidad histórica. Es lo que voy a tratar de demostrar basado en lo sucedido, sin maquillajes o manipulación como él estila.
1.- a) Pacto de Varsovia: Estaba formado por Albania, Alemania Oriental, Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, Polonia, Rumanía y la Unión Soviética. La Yugoslavia de Josip Brozovic Javersek (a) «Mariscal Tito», se retiró porque no quería ser marioneta de la Unión Soviética y fue el primero en desafiarla, aún siendo comunista. De ese pacto fungieron como observadores la China Popular, Corea de Norte y Mongolia. ¿De dónde saca Wikipedia y Miguel Espaillat Grullón, que Cuba, Nicaragua y Granada, eran miembros del pacto? Cuba, para cuando se acordó el acuerdo (14 mayo 1955), era gobernada por Fulgencio Batista y Zaldívar desde 1952 al 1959, o sea, cuatro años antes de la firma del mismo. Nicaragua, a su vez, estaba dirigida por la dinastía de los Somozas-Debayle hasta 1979, la cual fue sustituida por la de los Ortega-Murillo.
Incluir a Cuba, NIcaragua y Granada en un bloque formado por las naciones al Este de Europa, es un dislate sin sentido. Si analizamos lo que se jugaba en torno a la Guerra Fría entre la OTAN y el Pacto de Varsovia, era incluir a tres ventorrillos políticos en una cadena de supermercados. Lo más que llegaron estas naciones, fue a formar parte del Movimiento de Países No-Alineados (MPNA) que de «no alineados» no tenían nada. Todas estas naciones del Pacto de Varsovia, la mayoría fueron inducidas por las botas y la fuerza militar de la Unión Soviética como estilan los comunistas, diferente al pacto de la OTAN que fue por voluntad e iniciativa propia.
2.- b) La supuesta «promesa» que rompiera la OTAN a Rusia (Párrafos 8-A y 8-B). Aquí llegamos al cebo que de forma maliciosa desliza Miguel Espaillat para sorprender y engañar a los lectores incautos. Dije al principio que él fue allanando el camino para dar la estocada sofística, y de paso, justificar con falsos y pueriles argumentos, el genocidio que comete Rusia con su invasión a Ucrania. Dice el Pinocho marxista lo siguiente (cito): «Los países occidentales (la OTAN) en 1991 prometieron a la Unión Soviética en el gobierno de Gorvachov, no expandirse ni un «centímetro» hacia el Este. Primero se dijo que aquello fue un compromiso verbal, que al respecto no había nada escrito. Pero sucede, que según un reportaje de la revista alemana Der Spiegel existen documentos de archivos presentados por el politólogo estadounidense, profesor de la Universidad de Boston, Joshua Shifrinson» (cierro cita).
He demostrado, que Miguel Espaillat en un mitómano, un fabulador y un manipulador de lo acontecido para acomodarlos a sus intereses ideológicos. Esto que él escribió no tiene sentido alguno, es ridículo y carece de toda lógica. ¿Cómo es posible que una nación como la Unión Soviética, en donde se está tratando aspectos relativos a su seguridad fronteriza, geopolítica y militar, va a llegar a un acuerdo verbal con su mayor enemigo como es la OTAN? En todas negociaciones entre naciones, se estila firmar acuerdos entre los mandatarios, que luego son refrendados por sus respectivos cancilleres y se intercambian los mismos. Hay que recordar que los presidentes y funcionario pasan, pero se queda la continuidad del Estado sujeta al derecho internacional para el cumplimiento de las obligaciones acordadas.
¿Dónde está ese pacto?, ¿Quién lo tiene? Y si es clasificado, ¿cómo llegó a las manos del politólogo Joshua Shifrienson y este no lo ha presentado de manera física a la prensa? Sería interesante que el Pinocho del Bronx nos explique en su calidad de «abogado», ¿desde cuándo una presunción se puede considerar como un hecho verídico?. ¿Acaso, basta que un politólogo diga que existe tal documento sin demostrarlo, yo tengo que darle crédito de fe o aceptación? ¿Qué me asegura que es cierto o que no responda a un interés? Me parece que cuando se hace opinión pública, hay que tratar de ser ético, honesto, serio, documentarse y tener respeto hacia los lectores. De eso carece Miguel Espaillat Grullón, el cual, aparenta saberlo todo y dice que los leyentes no le entienden debido a que «no están a la altura de su dialéctica». !Vaya usted a ver!.
¿La supuesta traición de la OTAN a la Unión Soviética, mito o verdad?
En varias ocasiones he reiterado, que países como Rusia, China Popular, Cuba, Venezuela y Nicaragua, son unos laboratorios que trabajan 24/7 esparciendo mentiras e inventando situaciones inexistentes con el fin de justificar sus tropelías o situaciones políticas para adecuarlas a su favor. Esta supuesta «traición de la OTAN a la Unión Soviética» y que Vladimir Putin ha sacado como extrae un mago un conejo de su sombrero, es el resultado de ese laboratorio de falsedades que sorprende a incautos. ¿De dónde surge esto? Veamos…
Todo esto tiene la génesis, cuando el 9 de febrero de 1990, siendo Ronald Wilson Reagan el presidente de los Estados Unidos, envió a Moscú al secretario de Estado (jefe de la diplomacia) James Addinson Baker III Stuar, a conversar con el presidente de la Unión Soviética Mijaíl Sergueievich Gorbachov, en torno al status de una Alemania reunificada después de la caída del Muro de Berlín (9 noviembre 1989). Sugiero a los amables lectores, poner atención a esta fecha porque es interesante para dilucidar el debate. En esta reunión se acuerda entonces que la OTAN no se extenderá al territorio de la República Democrática Alemana (RDA) que era la parte comunista de Alemania. Esa promesa verbal la repitió el secretario general de la OTAN el 17 de mayo en Bruselas, Bélgica.
Luego de esto, felizmente se llega a un acuerdo con la Unión Soviética y esta cede para permitir el estacionamiento de tropas de la OTAN, allende al llamado «Telón de Acero», nombre con el cual Sir Winston Leonard Spencer Churchill bautizó a las naciones comunistas en la Europa del Este. Pero, hay que observar que este acuerdo solo se refiere a la Alemania reunificada. ¿Qué significa esto amables lectores? Que cualquier ampliación adicional hacia el Este era y sigue siendo inconcebible en el contexto de la época. ¿Por qué digo esto? Sencillamente, porque la Unión Soviética todavía existía y las naciones de la Europa del Este seguían formando parte del andamiaje soviético y en particular del Pacto de Varsovia, el cual se disolvió en julio de 1991. Por eso escribí que observaran la fecha de la caída del Muro de Berlín, que fue dos años antes de la disolución de la Unión Soviética.
En síntesis y para demostrar con los hechos fehacientes de la historia, no se puede hablar de traición del Occidente hacia Rusia, porque se gestaba una cadena de situaciones que era difícil de predecir que llevó a Europa a una nueva configuración de seguridad. En otras palabras, cuando Occidente ofrece las «garantías» de las que ahora saca en cara Vladimir Putin, nadie, absolutamente, (al menos que no sea Nostradamus) nadie, podía predecir el colapso de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y las convulsiones históricas por venir. ¿Cómo se puede hablar de traición sobre un evento que noexistía?.
Una vez más queda evidenciado, que Miguel Espaillat Grullón es un fabulador, un mitómano y un Pinocho marxista al servicio de las ideas y propagandas aviesas de las dictaduras socialistas y regímenes autócratas, imperiales, genocidas y oligarcas como el de Vladimir Putin en Rusia. Por eso, cada vez que leo sus mentiras, me llega a la mente la frase de Jacques Derrida, filósofo francés que desarrolló el análisis semiótico, cuando dijo:
«Lo relevante en la mentira no es nunca su contenido, sino la intencionalidad del que miente»
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